lunes, 4 de septiembre de 2017

Aniversario 40 del lanzamiento de las naves Voyager


Porque el gesto de alargar una mano a través de los siglos,
de abrazar a nuestros descendientes y a nuestra posteridad
tenía algo de elegante y muy humano.
Carl Sagan 

Mañana 5 de septiembre se cumplen 40 años del lanzamiento de la nave Voyager 1. La Voyager 2 fue lanzada días antes, el 20 de agosto de 1977. Mi humilde homenaje a una de las obras maestras de la ciencia, la técnica,  la tecnología y el arte fue la escritura de mi primera obra de ficción, la cual tuvo la fortuna de ser seleccionada para su publicación por el jurado del Premio Gran Angular 2003.

Para celebrar el lanzamientos de estas dos naves, de las cuales hemos recibido información preciosa sobre nuestro sistema solar y un poco más allá, comparto un capítulo del libro, en el cual los nuevos habitantes de El Lindero escuchan la selección musical con que el equipo de científicos de las más diversas disciplinas, liderado por Carl Sagan, presentan a la humanidad de este pálido punto azul.

En mi optimismo ingenuo creo que si los llamados líderes mundiales y gobernantes de poca monta que, sin embargo hacen mucho daño, dedicaran unas horas a conocer la obra de Carl Sagan pensarían un poco antes de lanzarse a proyectos depredadores y a aventuras que ponen en riesgo la vida en el planeta. No lo harán, lo sé, lo único que los mueve es el aquí y ahora de ellos y sus reducidos grupos. En fin.

En torno a la música más bella

Omar entró a mi cuarto el otro día para buscar unos CDs. Vio la caja que encontré junto a la maleta de la cápsula del tiempo y se sorprendió al toparse con un estuche que contenía la obra titulada Murmurs of Earth. Casi sin aliento, salió corriendo para preguntarnos si ya habíamos visto estos discos.
–¡Es la música del Voyager!, contestó precipitadamente mi mamá, quien desde hace muchos años es fan de Carl Sagan y siempre se había lamentado no haber conseguido la música que se fue como parte del mensaje preparado como nuestra carta de presentación ante extraterrestres de lejanos lugares y tiempos futuros. El libro editado en español, bajo el título de Murmullos de la Tierra. El mensaje interestelar del Voyager, era uno de sus favoritos.
–¿Estaba con la famosa cápsula del tiempo?, preguntó Mariana.
–Lo encontré en la caja de CDs y cuadernos que se apañó Sara, contestó Omar.
–¡Yo la encontré! Además creo que a nadie le ha importado mucho. Nada más cuando vimos el video de la familia mi mamá se conmovió, pero al otro día nadie quería saber nada del asunto.
–Oye, realmente me conmovió que esta familia se hubiera tomado tantas molestias para nada.
–¿Crees que sea para nada, no crees que esto realmente nos podría ayudar a ser mejores como familia?, le pregunté.
–¿Seremos mejores por habernos quedado con objetos y secretos de otra familia?, preguntó Omar.
–Yo no digo eso, a lo que me refiero es que si conocemos el contenido, investigamos un poco más sobre la familia, podríamos aprovechar sus experiencias para ser mejores, es como para los países que tienen que aprender de la historia para no cometer los mismos errores y progresar. He llegado a pensar que tal vez debamos ponernos en contacto con ellos para decirles que enterramos su cápsula del tiempo y que ellos dejen dicho a sus herederos que dentro de 48 años pueden venir a rescatarla...
–Te está afectando mucho la capsulita, dijo Mariana. Creo que fue un intento agradable de una familia, a la que le sobraba tiempo, de hacer algo original, pero al haberla dejado en el cuarto de servicio demostraron que no tenían la intención de enterrarla.
–Además, por lo bien hecho del video, dudo que no tengan por lo menos una copia, agregó Omar.
–Bueno, ¿pero qué tiene que ver este disco con la cápsula del tiempo?, preguntó mi papá, quien nada más observaba la discusión.
–Gregorio, el hijo mayor de Montserrat es astrónomo y está trabajando o ya debe haber terminado, con su equipo de trabajo, una evaluación de los primeros 25 años de las naves Voyager.
–¡Wow!, entonces está trabajando en la NASA o en el SETI, aprovechó mi mamá para presumir sus conocimientos del tema.
–En su autobiografía no dice con qué institución estaba haciendo la investigación. Sólo menciona a algunos astrónomos mexicanos, como a tu amiga Julieta Fierro, y el hecho de estar involucrado en este proyecto, lo cual lo hacía muy feliz.
–Ojalá Julieta fuera mi amiga, varias veces la entrevisté, pero desde que cambié de trabajo no la he vuelto a ver.
¿Qué más dice el galán en su biografía?, preguntó Mariana.
–Que a sus 30 años sigue soltero, por si te interesa. Y que además ya quiere tener hijitos para que puedan leer su cápsula del tiempo.
–Es un perdedor, dijo Omar, bromeando.
–Si para ti un perdedor es un cuate que trabaja en lo que le gusta y que además se ha divertido durante toda su vida, entonces sí, seguro es un perdedor. Es curioso ver que comienza su rollo diciendo que siempre ha sido un desmoche y les revela a sus nietos y bisnietos “virtuales” que algunas veces se ha emborrachado y la ha regado en varias ocasiones.
–Como si eso fuera motivo de presunción, reprochó mi papá.
–¡Ay sí!, como si emborracharse algunas veces quisiera decir que los chavos se vuelven alcohólicos y perdedores, reclamó Omar, quien ya había tenido una o dos experiencias secretas en el terreno de los excesos con el alcohol.
–Pero tampoco es para jactarse...
–¡Ay ya van a comenzar con la moralina!, dijo Mariana
–¿Por qué mejor no escuchamos la música del Voyager, dijo mi mamá, para cortar la discusión.
Cuando leímos el contenido nos dimos cuenta que todas las piezas occidentales son ampliamente conocidas, pero de la música oriental todo estaba en chino, bueno en chino, javanés, senegalés...
Mi mamá se sentía toda una experta en el tema, pero no quiso aventurar ninguna afirmación sobre la música, sin tener el libro en la mano. Esto nos salvó de una sesión de lectura, ya que todavía no desempacaba todas las cajas de sus libros, así que prometió que tan pronto lo encontrara podíamos combinar la lectura de la explicación de la música seleccionada, mientras la escuchábamos. Lo único que sí dijo tajantemente es que no estaba tan de acuerdo con que El cascabel fuera la pieza mexicana más bonita y representativa, habiendo obras como Huapango, pero bueno, los musicólogos tuvieron la palabra y finalmente debe valorarse más el honor de que la música mexicana estuvo contemplada, como parte de la más bella del mundo, sobre todo pensando que muchos países quedaron excluidos.
Pusimos el disco.
El primero en aparecer fue Bach, comenzamos a escuchar el Concierto de Brandeburgo número dos y la piel se nos hizo de gallina.
–Cuando cayó el muro de Berlín, seguro Carl Sagan recordó los motivos para incluir esta obra como la primera del disco, susurró mamá.
–¡Es maravillosa!, aunque yo prefiero el número cuatro, dijo mi papá en voz muy baja.
La música era tan poderosa que permanecimos en silencio escuchándola, solamente se oía el ruido que hacía el estuche al pasar de mano en mano, cada vez que iniciaba una nueva pieza.
–Estarán de acuerdo que hay canciones más bonitas y representativas de México, volvió a la carga mi mamá, cuando escuchamos la sexta pieza, o sea el ya mencionado Cascabel. Nadie secundó el comentario, no sé si porque no somos expertos en música mexicana, o porque no estábamos de acuerdo. No era nada fea y por lo menos no era la clásica apología del macho mexicano, para el que la vida no vale nada y encuentra cualquier pretexto para emborracharse y echar pestes de las “pérfidas” mujeres, sin las que, sin embargo, no puede vivir.
–Para mí que el rock no estuvo tan bien representado con Johny B. Goode, comentó Omar y aprovechó para preguntar ¿ma, por qué no incluyeron a los Beatles?
–Creo que no nada más los encargados de la música del Voyager estaban de acuerdo con que incluyeran Here comes the sun, sino que todos los que trabajaban en el proyecto querían que estuviera en el disco, me acuerdo que Carl Sagan dice en el libro que ya tenían la aprobación de los cuatro, pero como no eran dueños de los derechos, no quisieron  exponerse a problemas legales por una canción, que ustedes también coincidirán conmigo, tenía todos los méritos para estar entre la música más hermosa del universo.
–¿Qué te parece si te quemo una copia de este disco e incluyo la canción de los Beatles?, le preguntó Omar a mamá.
–Gracias hijo, pero no va a ser lo mismo. Pero, sí, sí es buena idea.
Mi papá comentó que la decisión de seleccionar la música más bella del planeta podría calificarse como una labor de locos y un tanto injusta pues habían quedado cientos o miles de compositores excluidos, por lo que resultaba un tanto extraño que se repitiera Bach en tres piezas y Beethoven en dos.
–Y no creo que hayan sido problemas de derechos de autor para que no estuvieran incluidos otros clásicos, completó mi mamá.
–Alguna vez escuché que todos los caminos comienzan y terminan en Mozart, dijo Omar, mientras escuchábamos la selección de este compositor.
Si alguien me hubiera dicho que una tarde la iba a dedicar a escuchar música de diferentes partes del mundo con mi familia, en la sala de la casa, no lo hubiese creído. Sin embargo, ahí estábamos, alrededor del estéreo, imaginando paisajes y situaciones que provocaban las más diversas reflexiones.
–Si yo fuera extraterrestre y me topara con una selección musical como ésta, seguro que me dirigiría a la Tierra para gozar de tanta belleza, dijo mi papá, conmovido.
–¿Si fueras extraterrestre?, preguntó mi mamá.
–No vayan a comenzar, sentenció Mariana e imitando la voz de Louis Armstrong, pidió que pusiéramos atención al blues que estábamos escuchando.
–¿De dónde son esas gaitas, de Asturias o Escocia?, preguntó mi papá.
–De ninguna de las dos, aquí dice que son de Azerbaiyán, leyó en voz alta Omar, quien tenía en ese momento el estuche.
La velada estaba resultando deliciosa, pocas veces o tal vez nunca nos habíamos reunido los cinco sin que hubiera una televisión o una mesa llena de comida frente a nosotros.
Lo que al principio había querido ser solemne poco a poco iba siendo más cálido, creo que esta música lograba su objetivo, despertar la imaginación de los escuchas a partir de la información que manejábamos, alguna muy estereotipada y otra más o menos concreta, por lo significativa que era para nosotros.
–¿Cómo recibirían este disco los extraterrestres que no sabían nada de nosotros y que quizá no compartirían cualidades físicas con nosotros?, me atreví a preguntar.
–Y dale con los estereotipos, seguro que estás imaginando a ET o a las criaturas de la Guerra de las Galaxias, me molestó Omar.
–No tengo la culpa de que cuando pienso en extraterrestres aparezcan criaturas como los de Marcianos al ataque o los del Día de la Independencia, me defendí.
–Yo preferiría que fueran como el chavo de Roswell, dijo Mariana, para seguir molestándome.
–¿Cómo serán?, nunca lo sabremos, si hay vida en otros planetas, que seguro sí la hay, está a millones de años luz. Pero creo que es más importante que no nos dejemos llevar por los estereotipos, cosa que hacemos cotidianamente, cuando pensamos en los diferentes pueblos de este mundo, dijo mi mamá. Cuando se piensa en África, por ejemplo, siempre salen a relucir los miembros de algunas tribus nómadas que mantienen sus tradiciones de caza y recolección, sin que eso de ninguna manera esté mal, pero deberíamos también pensar en grandes ciudades africanas, en donde se registran desarrollos científicos sorprendentes, recordemos que en Sudáfrica se llevó a cabo el primer trasplante de corazón, o que en Alejandría se erige la más ambiciosa, avanzada, hermosa y completa biblioteca.
 –Hay que recordar cómo nos sentimos nosotros, agregó mi papá, cuando otros piensan en México, y nos ven como tipos flojos envueltos en un sarape, con una botella de tequila en la mano y durmiendo recargados en un nopal.
–Me acuerdo que una vez un noruego con el que chateaba me preguntó ¿qué otra cosa hacíamos los mexicanos para divertirnos además de beber tequila?, completó la idea Mariana.
Dejamos la plática para seguir escuchando, pero sí es cierto, me choca que casi siempre que hay escenas de México en el cine y la televisión se maneja ese famoso y denigrante estereotipo que el cine hollywoodense se encargó de difundir, para muchos somos variantes de la caricatura de Speedy González, además de  malvivientes y tramposos. Y ni qué decir de la música, siempre musicalizan con pasos dobles u otros géneros españoles en lugar de incluir ritmos y sonidos más nuestros.
El disco me hacía pensar muchas cosas, cuando escuché la pieza de los indios navajos, no pude reprimir un comentario.
–¡Ay sí!, esos gringos primero los exterminan, les quitan sus tierras y luego los mandan a reservaciones, pero cuando se trata de presumir que sí tienen raíces, exhiben a sus indios como si estuvieran muy orgullosos de ellos. Aunque por desgracia ése no es un fenómeno exclusivo de los gringos, aquí en México el problema con la población indígena es brutal, pero es aprovechado para que políticos de diferentes tendencias lleven agua a su molino, al mencionarlos en sus acartonados discursos.
La música seguía fluyendo, pero yo me quedé pensando en la cuestión de los indígenas. Creo que mi mamá tiene razón de molestarse cuando escucha a los políticos que afirman que los indígenas son los verdaderos mexicanos ¿y nosotros qué, somos de a mentiritas? Ellos y nosotros somos mexicanos de verdad, con toda la diversidad física y cultural que existe en un país tan grande como el nuestro y con las experiencias históricas que no podemos negar, como la conquista y el inicio de lo mexicano a partir de ese “encuentro”. Yo no sé por qué en México se insiste tanto en seguir sintiéndonos víctimas de la violencia de la conquista, cuando ya pasaron más de 500 años. Hay que estar orgullosos de que tenemos raíces tan bien plantadas, con las que debemos crecer y ser mejores, ojalá ya nos quitáramos de tonterías y aprendiéramos unos de otros, sin que nadie se sienta superior o inferior. Además hay que tener presente que todos los pueblos en menor o mayor medida han sufrido la opresión de los conquistadores, nada más habría que tener presente la presencia por siglos de los moros en España. Ojalá se acaben las invasiones de una vez por todas.  Bueno ya divagué mucho, ¿qué estará pensando Omar? Seguro le hubiese gustado que estuvieran incluidos los Rolling o Nirvana o U2, bueno, estos dos últimos no porque son más recientes.
Otra pieza de Perú,  Se me hace que había un peruano en el equipo de musicólogos del proyecto Voyager, ¡qué padre!, si Gregorio ya hubiera sido astrónomo en esa fecha seguro hubiera hecho hasta lo imposible para formar parte del equipo que trabajó con Carl Sagan. ¿Qué onda Gregorio, en dónde estás? Nosotros aquí escuchando tu disco. Me gustaría conocerte, en persona, porque ya sé muchas cosas de ti y me caes bien.
Al finalizar el disco, con un cuarteto para cuerdas de Beethoven, todos seguíamos pegados a los sillones. No lo podíamos creer. Habíamos pasado casi dos horas juntos y ni nos habíamos molestado, bueno no mucho, ni dormido, como cuando mi papá comienza a ver una película con nosotros.
–Esto fue todo un logro, dijo mi papá.
–¿Que estuviéramos juntos una noche?, preguntó mi mamá.
–Bueno sí, pero me refiero a la grabación del disco. Esta música es extraordinaria, debe haber sido muy difícil haber llegado a esta selección.
–Sin duda fue todo un logro, comentó Mariana, pero creo que cometimos graves errores al escuchar este disco de la forma en que lo hicimos.
–¿A qué te refieres?, preguntó mi mamá.
–Este disco está pensado en seres que, por lo menos en teoría, no conocen absolutamente nada de nuestro planeta, así que para ellos carecería de importancia si las obras son de Bach, Mozart, Lennon y Mc Cartney o de compositores indígenas anónimos, como tampoco sería trascendental para ellos si son obras de los siglos XVI o  XX. Creo que lo importante es escuchar la obra como un todo, como una sucesión de sonidos, que expresan sentimientos, estados de ánimo y ambientes  que sugieren un espectro ilimitado de imágenes. Es más, no nos vayamos al espacio exterior y a seres extraterrestres, si este disco lo escuchan niños de diferentes culturas, seguramente dirán que les gusta o no les gusta por lo que escuchan y no por el lugar en donde fue compuesta la obra o por quienes la compusieron y ejecutaron.
–Tienes razón, habría que escucharlo de otra manera, comentó mi mamá.
–Bueno, pues yo me siento muy privilegiado de haber disfrutado esta selección y de que quizá algún día seres de otros planetas reconozcan que, por lo menos en cuestiones de arte y tecnología somos bien chidos, comentó Omar, ahora que si pensamos en los objetivos terrestres, o sea gente como nosotros, no debemos dejar de admirar el hecho de que esto fue grabado a fines de los setentas, mucho antes del desarrollo de la tecnología digital, para fines no militares.
–Siempre he tenido la impresión de que la grabación de este disco fue, si no el primer paso, uno de los determinantes para llegar a los discos compactos, no nada más de audio, sino de video, aprovechó a decir mi mamá, ya que el disco incluye, además de música, sonidos como erupciones de volcanes, truenos, el canto de las ballenas y saludos en no sé cuántos idiomas, imágenes que muestran nuestra posición en el universo y fotografías de lo mejor del mundo, entre las que hay individuos y familias de diferentes grupos étnicos y culturas, así como de los diferentes ecosistemas terrestres.
–Mucha gente ignora que muchos aparatos, objetos y materiales cotidianos han surgido durante la carrera especial, mencionó Omar.
–Uno de ellos es el Tang, dijo Mariana como para no quedarse atrás.
–Ahora que lo mencionas, ¿qué tal si nos echamos unos taquitos y un Tang, se me acaba de antojar, dije.
–Bien por los tacos, pero aquí no estamos en el espacio y sería pecado tomar bebidas artificiales cuando puedes exprimir unas naranjas y preparar un agüita fresca, sugirió mi papá.

–¡Ay no, si quieres agua fresca, la preparas tú. Yo ayudo con los tacos, dije.

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